Un futuro invadido por
microprocesadores, en el que la información es la materia prima. Vaqueros como
Henry Dorrett Case se ganan la vida hurtando información, traspasando defensas
electrónicas, bloques tangibles y luminosos, como rascacielos geométricos. En
este espeluznante y sombrío futuro la mayor parte del este de Norteamérica es
una única y gigantesca ciudad, casi toda Europa un vertedero atómico y Japón
una jungla de neón, corruptora y brillante, donde una persona es la suma de sus
vicios.
Julio ha llegado acompañado de un
horrible calor y debido a ello, y a este libro, me ha costado mucho meterme en
faena y terminar esta lectura.
Lo primero que deberéis saber de
Neuromante, además de ser uno de los padres del ciberpunk y ganador de todos
los grandes premios de la ciencia ficción en su momento, es que es un libro complejo de leer
y no apto para todos los públicos.
Si después de leer mi advertencia
todavía seguís empeñados en leerlo, es que sois tan cabezones como yo.
Neuromante nos sitúa en un futuro
cercano en el que la decadencia se ha apoderado de una sociedad tecnológicamente
avanzada. Las mafias, el sexo y las drogas, entre otros vicios, son el pan de
cada día para las personas que aparecen en esta historia.
¿Y de qué va la trama? Supongo que es
lo que os estaréis preguntando, pues en principio la historia no es demasiado
complicada. Henry Case, un antiguo vaquero, el termino que se le da en la
historia a los hackers, cuya capacidad para interconectarse al ciberespacio le
fue extirpada en su momento como castigo, malvive en la ciudad japonesa de Chiba, un antro
de vicios y perversión que pronto llevará a Case a la tumba. Pero un par de
desconocidos llamados Armitage y Molly, deciden ofrecerle a Case su último
billete para recuperar su anterior vida como vaquero. Lo único que debe de
hacer Case es introducirse en una inteligencia artificial.
A simple vista parece algo sencillo,
sino fuera porque las IA de este mundo suelen estar protegidas de tal forma que
todos aquellos hackers que intentan entrar en ellas terminan con su cerebro frito.
Pero Case no tiene nada que perder y
además la recompensa para un adicto como él es algo irrechazable, recuperar
gracias a una complicada operación su capacidad para navegar por el ciberespacio.
A partir de ese momento Case con la
ayuda de Molly y bajo la supervisión del inquietante Armitage, irá descubriendo
poco a poco que nada es lo que parece y que él es solo otra marioneta en un
juego mucho más complejo de lo que nunca hubiera imaginado.
Con respecto a la narración, la forma que tiene Gibson de narrar es
todo menos sencilla. Mientras nos va contando la historia, Gibson da por sentados muchos términos científicos que el
mismo se ha inventado y cuyo desconocimiento de su significado nos dificultará en exceso el seguir en ciertos momentos la trama. Debido a esto último y a pesar de que el ritmo de
la narración es muy dinámico, se hace complicado llegar a engancharse del todo
y uno tiene la sensación de leer a saltos.
En líneas generales los personajes
están bien construidos, aunque en algunos momentos echo en falta unas
reacciones más humanas y no tan planificadas. Por ejemplo en el caso de Case, este
a pesar de ser un adicto se comporta de una forma bastante racional y poco
emocional.
El final de la historia es previsible hasta cierto punto y la parte que debería ser más interesante se le nota que le han dado demasiadas vueltas.
COSAS
QUE ME HAN GUSTADO:
· La
ambientación Ciberpunk es seguramente el punto fuerte de la historia y lo que
me ha hecho que la terminara. Por algo William Gibson es conocido como uno de
los padres de este subgénero.
· Se
nota que fue una novela avanzada a su tiempo, escrita en 1984 no lo olvidemos,
y eso es algo que hay que valorar. Aunque hay muchos puntos que a día de hoy
consideramos como una tontería, en su momento plantearse lo que se planteó
Gibson fue una demostración de imaginación e ingenio al alcance de muy pocos.
COSAS
QUE NO ME HAN GUSTADO:
·
Igual
se debe a que ha empezado el calor y mis neuronas se han visto afectadas, pero
lo cierto es que hacía mucho tiempo que no leía un libro con una prosa que
condujera tanto a la confusión. No es que hablemos de una narrativa densa, si
no que más bien de un problema a la hora de que el autor, o el traductor al
castellano, se hagan de entender. Demasiado termino inventando por parte del
autor, que además en ningún momento se para a explicarnos su significado.
·
La
trama tiene buenas intenciones, pero entre que a veces no terminaba de
enterarme del todo y que el final es un poco bluf, en ningún momento me ha
enganchado ni he conseguido meterme del todo en la historia.
· Gibson
juega un juego peligroso en sus descripciones. En algunos momentos estas son
densas y excesivamente edulcoradas como la miel, y en otros casos a
duras penas les dedica más de un par de palabras. En ambas situaciones es un problema
que no ayuda precisamente a amenizar la lectura.
CONCLUSIÓN:
Neuromante es uno de aquellos libros
que si leíste hace más de veinte años seguro que te dejo impresionado, pero que
a día de hoy, con toda la evolución tecnológica que hemos sufrido desde su
publicación, es inevitable ver que ha envejecido bastante mal. Tampoco ayuda a
la lectura la forma poco agradable de narrar que tiene Gibson y el modo en el
que abusa de términos pseudo científicos inventados por él mismo y cuyo significado
no nos es explicado en ningún momento. Resumiendo, este es un libro que no
recomendaría a gente neófita en ciencia ficción y solo aquellos muy
experimentados en el género, y con ganas de leer los orígenes del ciberpunk deberían
de leer.
Completamente de acuerdo con lo que has comentado.
ResponderEliminarLa primera vez que empecé a leer Neuromante terminé abandonando por no estar entendiendo la historia. No eran solo los tecnisísmos, sino que el estilo narrativo llega al extremo de referirse a los personajes utilizando distintos nombres, confundiendo a no más dar al lector
Esta vez sí logré terminar de leer esta novela. La clave fue detenerme, releer y desplegar toda la imaginación posible para entender qué diablos quería decir el autor. Lo malo de este estilo (y lo que creo que vuelve ingrata su lectura) es que todas esas ramas y elipsis terminan siendo anecdóticas frente al hilo principal, y no retribuyen tanto para lo que cuesta entenderlas. Para dar un ejemplo, en un momento de la novela, los personajes recorren el mundo, (París, Marruecos, etc...) ¿para qué?, pues ya no me acuerdo, pero vaya que me costó seguirles el hilo.
También el exceso de acontecimientos que ocurren desde que se inyecta el virus y el mismo final del libro es excesivamente largo.
Al 80% de lectura solo seguí leyendo para ver si repuntaba al final. Sin embargo no lo hizo.
Concuerdo con que la novela ha envejecido mal, ya que debió ser bastante deslumbrante leer toda esta ambientación en esos locos años 80.
Pese a todo lo dicho me alegra haber leído neuromante. Es un pilar clarísimo para el ciberpunk (y el sci-fi). Además me parece que el estilo puede dar para cosas interesantes para formatos más cortos.
Muchos saludos! Buena crítica.