Una ciudad al borde de la
transformación.
Unos personajes al borde de sus
posibilidades.
Tras el fracaso de la revolución, el
capitán de una compañía de soldados de fortuna y su cirujana se ven abocados a
huir a través del desierto para salvar sus vidas. Perseguidos de cerca por el
ejército, su única escapatoria es la fabulosa meseta tropical de Teleute, donde
hallarán refugio. En la decadente ciudad estado de Ashamoil, Gwynn el militar
pone sus pistolas al servicio de los traficantes de esclavos, mientras que
Raule la curandera, truncada su esperanza de entrar en el Colegio de Medicina,
se resigna a auxiliar a los desfavorecidos en un hospicio. Pero la aparición de
una enigmática admiradora que envía grabados en los que aparece Gwynn demuestra
que la corrupta y bulliciosa Ashamoil les reserva todavía unos destinos muy
distintos.
La australiana K.J. Bishop recrea un
mundo de pistoleros y decadencia en una de las mejores novelas fantásticas de
los últimos años, galardonada con los premios Ditmar y William L. Crawford y
finalista del Premio Mundial de Fantasía y el International Horror Guild.
La verdad que al leer la sinopsis de
esta historia uno no puede dejar de pensar que va a leer algo brutal, una
historia tipo La Torre Oscura, ojo no soy yo el que compara esta historia con
la obra de King, pero con mayor profundidad. Después de terminarla, solo puedo
afirmar que no voy a volver a fiarme de una sinopsis en lo que me queda de
vida.
La historia comienza de una forma muy prometedora
presentándonos a los dos protagonistas en un escenario más propio de una
película de Sergio Leone. Gwynn y Raule, que así se llaman ambos personajes,
son dos viejos conocidos que formaron parte de una revolución que falló y por
ello al terminar la guerra para salvar sus pellejos se vieron obligados a
montar una banda de forajidos que fue perseguida hasta hacerla desaparecer. Ahora varios años después, ambos se encuentran por puro azar en una taberna
ubicada dentro de una especie de poblado formado por chabolas a punto de
derruirse y en la que sus gentes sobreviven como pueden en el desértico pasaje
que les rodea.
Tras una discusión por un juego de
cartas, Gwynn que es un pistolero muy habilidoso, termina por asesinar a sus
compañeros de mesa antes de que estos le eliminen a él. Consciente de que ha
llamado demasiado la atención, Gwynn decide abandonar el poblado y buscar un
lugar en el que vender las armas y otros utensilios que les ha robado a sus víctimas,
pero debido a que es un extranjero y por lo tanto su aspecto no pasa
desapercibido, solicita la ayuda a una Raule que va muy corta de efectivo y que
además tampoco tiene ningún lugar al que ir en ese momento.
Los dos viejos compañeros se
embarcarán en un pequeño viaje en el que deberán recorrer el País del Cobre,
mientras un ejército de hombres armados les persigue.
Hasta este instante es como si estuviéramos
leyendo una novela corta, ya que cuando ambos terminan su viaje y llegan a
Ashmoil, la verdadera trama de la historia comienza y con ella se cambia de
escenario para la novela. Pasando de un estilo western, a una ciudad decadente
y oscura donde se junta lo peor que puede dar la humanidad.
Aunque la ambientación sigue siendo
magnifica, tanto el ritmo de la novela como el tono varían mucho. Pasando de
una Raule más protagonista, a que sea Gwynn casi la estrella.
En este cambio veremos como Gwynn se
une a una banda de la ciudad a hacer lo que mejor se le da, que no es otra cosa
que usar sus armas y pelear. Por otro lado, Raule se asentará como doctora en
un pequeño hospital de la iglesia que da servicio a aquellos que no pueden
pagarse algo mejor. Al estar instalados en mundos tan alejados, sus vidas se
separarán casi por completo, salvo por algún que otro encuentro esporádico.
Mientras prosigue con su vida de
delincuente, Gwynn terminará obsesionado con un grabado pintado por una mujer
desconocida, que él cree que está pintado solo para sus ojos, y que esconde un
mensaje oculto.
Cuando por fin Gwynn descubra el
secreto que esconde ese grabado y la persona que lo pintó, toda su vida dará un
giro inesperado y todas sus creencias se podrán vistas a prueba. Pero sus
acciones también afectarán a otros personajes y al final todo concluirá de la
única forma en que un pistolero como él puede concebir, es decir a base de
sangre y muerte.
Como suele ser habitual en este tipo
de historias en los que los personajes y el narrador son muy reflexivos, la
prosa es de mucha calidad, aunque para mi gusto en algunos casos algo
recargada. El ritmo de la narración comienza enganchándote desde las primeras
páginas, pero a partir del traslado a la ciudad todo va a peor, llegando a
tornarse algo pesada esa parte de la historia.
De los dos personajes protagonistas,
es Gwynn aquel que está más trabajado, mientras que a Raule se le echa en falta
algo más de profundidad. Aunque tampoco es que Gwynn sea perfecto, ya que adolece
de algunos clichés muy propios del típico antihéroe. Con respecto a los
secundarios, son Beth la pintora y el sacerdote amigo de Gwynn aquellos que
disponen de mayor protagonismo. En el caso de Beth la autora en todo momento
aporta la información mínima para mantener el aura de misterio que la rodea,
mientras que el sacerdote se pasa todo el libro intentando convertir a Gwynn en
un seguidor de Dios.
COSAS
QUE ME HAN GUSTADO:
Ø Sin
lugar a dudas el inicio de la novela con ese toque de Western oscuro es lo
mejor de este libro. Lástima que la cosa no dure demasiado.
Ø La
ambientación lúgubre y descarnada de la ciudad de Ashmoil, así como la sociedad
que puebla dicha urbe, muestran un más que interesante escenario tenebroso
donde la desesperación y el miedo campan a sus anchas.
Ø A
pesar de no ser un gran seguidor de la prosa demasiado reflexiva que se emplea
en esta historia, he de reconocer que K.J Bishop realiza un gran trabajo en
este apartado y por ello me veo en la necesidad de remarcar dicho punto.
COSAS
QUE NO ME HAN GUSTADO:
Ø Tras
un inicio prometedor durante el primer tercio, la trama sufre un giro de 180
grados, como si estuviéramos leyendo dos novelas distintas.
Ø No
entiendo del todo la evolución del personaje de Raule. Además de faltarle
profundidad y personalidad, su enorme cuota de protagonismo al principio de la
novela, se va diluyendo hasta casi desaparecer durante gran parte del libro.
Ø No
me ha terminado de convencer mucho este invento de fantasía reflexiva que
emplea la autora. Al final la parte fantástica termina muy descafeinada y la
parte filosófica solo vuelve más y más lenta la trama.
CONCLUSIÓN:
La ciudad del grabado no es la clásica
novela de fantasía en la que su autor nos marca una serie de directrices sobre
el mundo que ha creado y que nos va recordando conforme la trama va avanzando.
En este libro la magia y otros elementos fantásticos retrasan su aparición
durante gran parte de la historia, pero cuando aparecen lo hacen de una forma
sutil y sin ofrecernos demasiadas explicaciones del cómo ni el porqué. La
ambientación, junto a lo bien escrita que está, son sus dos grandes puntos
fuertes. Por desgracia, el ritmo de narración se vuelve muy lento y algo pesado
a partir del primer tercio de la historia, debido al exceso de reflexión y el
abuso de monólogos por parte de los personajes, consiguiendo perder gran parte
de nuestro interés. ¿Recomendable? Bueno, si te gustan las historias de
fantasía, en la que la parte fantástica es la que más atrae tu atención,
entonces no te la recomendaría.
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